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martes, 9 de febrero de 2010

Conejo o cocodrilo

Adam dice - Daddy, quiero una mascota.
Daddy dice - ¿Qué mascota quieres?
Adam - Un conejo.
Daddy - ¿Un conejo?, alomejor se escapa Adam.
Adam - No, lo ponemos en una jaula.
Daddy - Pero al conejo no le gustará la jaula porque estará encerrado, y entonces no estará feliz.
Adam - AAAHHH!
Daddy - Es como si tú tuvieras que estar siempre en tu habitación, sin salir nunca, ¿a ti te gustaría?
Adam - No - con cara todavía dubitativa porque él quiere un conejo.
Daddy - Podemos pensar en otro animal.
Adam - Pero Daddy, es que yo, en realidad quiero un cocodrilo.
Daddy - ¿Un cocodrilo?
Adam - Sí, un cocodrilo, pero mami no me deja porque el cocodrilo se comería las plantas.
Daddy - No creo que sea por eso cariño.

La conversación continuó. Pero ¿cómo que se comería las plantas?, ¡¡¡¡si no quiero cocodrilo es porque lo más posible sería que me comiera a mí!!!!!
De hecho me enteré, gracias a esta conversación de que soy yo la que no quiere cocodrilo porque se comería las plantas.
Bueno, pues de momento ni conejo ni cocodrilo.

viernes, 5 de febrero de 2010

Un portazo en mis narices

Hoy no sé...Antes de ayer por la noche me llamó una amiga que es Enfermera Reflexóloga y me dijo que había conseguido cita con la coordinadora de comadronas de la zona donde vivimos. Es algo de lo que habíamos hablado pero esperaba que se diera con más calma. En fin, que como la coordinadora está ocupadísima pues teníamos que aprovechar la oportunidad y presentarnos en su consulta, ayer por la mañana, para hablarle de lo que hacemos y que posiblemente pudiéramos aportar. Mi amiga, ofrece sus conocimientos como reflexóloga para embarazadas, bebés, menopausia, etc... la coordinadora le ofrece 10 minutos de la reunión mensual con comadronas para exponer su propuesta, y así dar la opción a estas de realizar un trabajo conjunto. Llega mi turno, yo tranquila, sin nada que perder, siendo consciente de que las Doulas no son el plato favorito de las comadronas, pues me presento sencillamente y le digo que me estoy formando como Doula. Instantáneamente pone cara de... ¿poker?, a lo que yo respondo seranamente "¿qué opinión tienes?" y la respuesta fue "mejor no te respondo". Me dejé llevar por mi intuición, y entendí que no era contra mí, sino contra la figura en sí. Ella poco a poco se suavizó cuando me escuchó y entendió porque estaba yo allí intentando aportar algo. Vi desconocimiento, me dijo que cree que estamos equivocadas (¿equivocadas con qué?), y eso no es algo que yo pueda solucionar en un encuentro de estas características, es un trabajo muy lento de difusión y de que comadrona y doula quieran acercarse y reconocer el objetivo común, el bienestar de la mujer y el bebé, su positiva vivencia ante la maternidad, y asumir ciertos cambios en los protocolos actuales ante el parto.
Me preguntó si soy madre, y que tal mi maternidad. Me dijo que de ninguna manera me dejaría entrar a la reunión con las comadronas, porque no me dejarían hablar, que algunas sí son abiertas y que algunas son demasiado duras y me harían daño. Vi en sus ojos algún tipo de solidaridad, y además creo que se dio cuenta que podía ser bueno abrirse un poco ante las personas que ofrecen algo, porqué no escuchar.
Llegado cierto momento entendí que ni siquiera le dejaría el resumen de lo que yo concibo como mi actividad, y mi preciosa tarjeta, ¡nueva!, sin embargo fue ella la que me sugirió que si le quería dejar algo que lo cogería. Mostró interés. Por tanto, mi conclusión es positiva, hice más yendo que sin ir, vio mi cara y escuchó mis motivaciones. Le agradecí su tiempo y que fuera tan sincera conmigo, podía mirarla a los ojos, tranquilamente, sin reproche, y cierto es que hubo un par de ocasiones que retiró ella misma la mirada. Las personas tenemos que mirarnos más, intentadlo con conocidos, veréis que incómodo resulta.
Cuando salimos de allí, yo estaba bien, pero al tomar las escaleras para bajar, le dije a mi amiga "tengo ganas de llorar" y lloré. Lloré porque choqué contra un muro que sabía que existía, porque quiero estar para las mujeres que me necesiten, porque al fin y al cabo es un trabajo al lado de los profesionales, porque muchas mujeres no tienen suficiente durante el postparto con una visita domiciliaria por parte de la comadrona, necesitan escucha y compañía más continuada, y hoy en día las comadronas están sobrecargadas de trabajo. Ojalá el doulaje no existiera, eso significaría que las comadronas tendrían el tiempo para dedicarles, y estoy segura que muchas de ellas (comadronas) se quedan con ganas de darles más pero el tiempo es el que es, y llegan a donde llegan.
También le dije que esta formación me permite estar cerca de la mujer, del nacimiento, de la lactancia..., su mirada cambió.